Ganadores

POESIAS
Primer Premio: OBSTINADA TIERRA MÍA

La tierra hoy tiene perfume de sandia
y sonidos de molinos ...

Parece inmóvil,
porque marzo adelantó las rosas par un día
y se acordaron las iglesias de tañir las campanas.
Entonces
mi tierra es aldea,
y un festival de gorriones
me espera en una esquina.
Se posan en los hombros,
caminan por el pelo,
bajan hasta las manos,

y ahí se quedan ...
junto a la tinta pegada entre los dedos
con que escribo los poemas.
Nutridos de ángeles,
como leves agujas, van por el aire ... Y los miro, y vuelvo al origen,
Sin camisa. Sin zapatos. Voy,
con los dedos amarillos
de sol y de ternura.

León María Virginia Costa, Club de Leones Presidencia Roque Sáenz Peña



Segundo Premio: DUELES DOLOR

dueles dolor
por la noche
juegas a esconderte
en las palabras y
te encuentro
dolor / dormido
detrás de la poesía.

Silvina Guala, Club de Leones Rosario Juan Bautista Alberdi


CUENTOS
Primer Premio: Simplemente payaso...

Una vez más lIega la hora de salir a la pista... Entonces, dejo como al descuido mi vida cotidiana, me siento frente al espejo y comienzo, casi de memoria, la metamorfosis.

En la región del "acá", la de la superficie pulida, mi rostro es lo de afuera... blanco, pero no de palidez, pestanas dibujadas, largas, curvas, encuadrando mis ojos claros que se disimulan tras cruces perfectas; sobre las mejillas, dos círculos rojos, simulacro de salud plena. Una piel con veranos transcurridos y un puntito que no es más que el lunar aquel que quedó en el recuerdo de una historia que ya duerme en el olvido. Rostro? Ya esta! Impecable, bocaza que inventa la mejor de las sonrisas, y la peluca multicolor, que termina de completar una mentira...

QUE FELIZ ES EL PAYASO! En la región del "acá", de este lado del espejo, mi rostro dice "si”, ensaya una sonrisa creíble... Saludo e improviso movimientos grotescos. Ya escucho la música, que es como un llamado mágico -me atrae al centro de la pista- Las luces se centran sobre mí, soy simplemente el objeto que debe divertir al público, mientras los hombres agobiados preparan el próximo número...

Escondo mi piel en la piel del personaje y dejo que me empujen, caigo y arranco risas en miles de bocas, ingenuas, adustas, pequeñas, de labios carnosos y pintados, de bocas que sólo saben de querellas, de palabras tiernas, de mediocridades, de gritos, de "Si, señor!" de FIRRRRMESSSSSSS!!!

Sí, todos ríen, porque mis enormes zapatos tropiezan con algo que ellos no ven, con alguna pena... Y caigo así, sin ruido, pero aparatosamente y de pronto, un chorro de agua simula las lágrimas. Y ríen entonces, más... y más... EI contrasentido perfecto! Y vuelvo a mi rutina casi dolorosa, los mismos chistes que sé de memoria y he contado incontables veces. Cuando la risa decae, y el publico esboza algún bostezo, una nueva carda 0 un golpe simulado rescata los vestigios de risa... Con ellos hago un nudo, y los guardo en el recuerdo...

Vuelvo, al fin, arrastrando mis pesados pies, al camarín. Me instalo, solo frente al espejo que me devuelve ese rostro pintado que comienzo a desmaquillar. Me quito en ese instante mi obligación de "ser gracioso", me desabrocho la manía de no permitirme ser sensible. Estoy solo, yo, sin ropas, sin gestos aprendidos. Rueda mi rostro detrás de los espejos, alii donde no existe la mentira, y hay un espacio abierto, inmenso, demasiado inmenso a para habitarlo solo.

Aunque a todos les muestre la bella cara que está en la región exterior de los espejos, aunque intente auto convencerme que esa es mi verdadera cara, sé que no es así. Mi verdad está escondida del otro lado, alii donde el dolor grita, donde la soledad me acusa, donde los relojes aceleran sus latidos como buscando el final irremediable...

Sin darme cuenta, hubo un día que abrí la puerta y deje escapar al amor... No supe retenerlo. Se fue desovillando el último hilo azul del asombro... Nunca aprendió a caminar al ritmo de mis pasos, a acomodar sus preguntas a los monosílabos de mis respuestas, a tomar las formas de mis silencios - como el agua toma la forma de los recipientes-

Y aquí estoy, de nuevo yo sin maquillaje, frente al espejo, de pie en mi metro cuadrado de vida, entrecerrando mis ojos para rescatar desde una esquina cualquiera de mi Alma, los ecos tenues de la última carcajada, mientras una lagrima se desliza lenta, reemplazando a la lagrima borrada...

Silvia Rossi Narvaiza, Chajarí


Segundo Premio: Roberto y el cieguito

Roberto era muy querido en la Facultad de Ingeniería donde trabajaba en la sección Alumnado. Profesores y alumnos acudían a él cuando tenían algún problema. Estaba siempre dispuesto a solucionarlos y en general, lo conseguía.

Entraba a trabajar a las ocho, vivía a una cuadra y nadie lo controlaba. Igual nunca llegaba tarde y generalmente se quedaba hasta cuando fuera necesario.

Todas las mañanas se levantaba muy temprano, no más tarde de las seis, porque Ie gustaba leer el diario mientras tomaba mate, antes de que empezara el movimiento de la casa. Ese tiempo era sólo de él, si algo lo desvelaba en ese momento veía clara la solución.

Hacia unos días que no estaba tranquilo. Sus pensamientos iban, sin querer, a Don Juan, el cieguito que con su carrito vendía golosinas y cigarrillos en la puerta de la facultad. Este era un hombre alegre y se había ganado la estima de todos por su trato amable y su buen carácter.

En realidad todos estaban preocupados. Hacía más o menos quince días que a Don Juan Ie faltaba plata al terminar la mañana... Era muy metódico, no se Ie escapaba ni un vuelto, al final de la jomada estaba seguro de lo que habría en su cajita..... Por eso a Roberto no Ie quedaban dudas de que Ie estaban robando. ¿Pero quién? Quién podía ser tan deshonesto y de poco corazón para sacarle lo que necesitaba para vivir?

Don Juan, como todos, recurrió a Roberto. Sólo él podía ayudarlo... como lo hacía siempre

Juan únicamente dejaba su carrito si necesitaba ir al baño. Debía ser ese el momento en que actuaba el ladrón; el reto era descubrirlo.

Esa mañana Roberto recordó algo que podía serle útil. Unos días antes, mientras limpiaban los vidrios de las grandes puertas de entrada al edificio, de casualidad notó que si se colocaban en cierto ángulo, enfrentadas con la puerta de su oficina, desde adentro él, sin ser visto, observaría la calle. Eso quizás serviría.

Era sábado, poca gente dando vueltas, sólo algunos profesores y alumnos que tenían exámenes. El día ideal para poner en práctica su plan.

Ahora si, ya casi libre de esta preocupación, volvería a su rutina. Era hora de llevarle el mate y el diario a la cama a Purita, su esposa. Ésta Ie comentaría todas las noticias que él ya había leído y hasta a algunas se las volvería a leer. Pero también disfrutaba de ese momento, sobre todo los feriados que podían dejar dormir más a sus hijas y charlar los dos. Sin desayunos apurados ni meriendas que preparar para la escuela.

Ese día acortó un poco la conversación. Estaba ansioso de llevar a cabo lo ideado. Llegó a la facultad a eso de las nueve. Saludó a Don Juan que estaba acomodando paquetes de cigarrillos y se dirigió a su oficina.

Al traspasar la puerta del vestíbulo, la entornó un poco, sólo un poco, para que reflejara el carrito en la vidriera.

Luego, hizo lo mismo con la puerta de su oficina, que de esta forma reflejaba la de la entrada. De esa manera, sentado detrás de su escritorio veía el carrito de Don Juan como en un espejo. Era cuestión de esperar....

A eso de las diez, Don Juan, como todas las mañanas, entró con paso lento pero seguro ayudándose con su bastón blanco, y se dirigió al baño.

Roberto no dejaba de mirar al carro reflejado en el vidrio de su puerta.

En ese instante lo vio. Carlos, el ordenanza más joven, se acercó con prisa al carrito. Miró hacia ambos lados y cuando estuvo seguro de que nadie lo observaba sacó, de abajo, la caja de madera, tomó un punado de monedas y se las metió al bolsillo.

Cuando se dio vuelta para regresar tranquilamente, se encontró con que en la puerta estaban esperándolo Roberto y otros compañeros. Sus rostros acusadores decían todo...

No se bien que fue de Carlos, pero desde ese día nunca más Ie faltó nada a Don Juan... y Roberto, mi padre, volvió a dormir tranquilo, estaba resuelto el dilema que lo inquietaba.

León Perla Cabales, Club de Leones Rosario Luis Pasteur


Agradecemos por participar a:

León Raúl A. Pena (San Cristóbal), León Elida Soljan (Resistencia), León Gloria Gudiño (San Jerónimo Norte), Noelia E. Rinesi (Resistencia), Sergio Santianes (Capitán Bermúdez), Angeles Vera (San Juan), Mónica L. González (Chajarí), Sara J. Maradona (San Juan), María Cristina Gandolfi (San Lorenzo, Sta. Fe), Verónica Smargiassi Sacramone (Rosario Juan B. Alberdi), Olga Schvetz (Paraná), Juanita Cristina Rocha (Paraná), María Cristina M. Daneri (Paraná), Aída Loza (Paraná).


Total de trabajos: 32


Jurado
León Beatriz Donadille, Jefe de Región D
León Lidia Rosemberg, Asesora Distrital de Cultura
León Mónica S. Bruno, PresidenteProf. Liliana Aguirre